Sinopsis
Lillian Leyb tiene apenas veintidós años cuando llega a Ellis Island en 1924. una más de los miles de emigrantes rusos que lograron escapar de la tragedia de los pogromos. Lillian ha visto demasiado: el asesinato de sus padres y su marido y la pérdida de si hijita de tres años, Sophie. Y, sin embargo, mantiene los ojos bien abiertos y la firme voluntad de ir hacia delante, siguiendo el dicho yidish de “cuando uno debe, puede”.
En el Lower East Side consigue un trabajo de costurera para un teatro. Aprende inglés recitando listas de sinónimos y con el diccionario ideológico que le facilita su amigo Yaakov, sastre, actor, dramaturgo y su Pigmalión particular.
Pero el día que descubre que su hija Sophie sigue con vida en algún lugar de Siberia, ya no tendrá otro deseo que encontrarla. Emprende entonces un viaje que comienza en un tren que parte de Chicago, y lo que hasta aquel
momento no era sino un nuevo episodio de la emigración en América se
convierte en un impresionante relato de supervivencia, de la resistencia
de una mujer en busca de su hija, desde los bajos fondos del distrito
del jazz en Seattle hasta la salvaje Alaska.
Opinión
El argumento de esta novela me llamó la atención cuando la vi en el Círculo de lectores. Después de comprarla ha estado esperando su turno en mis estanterías, hasta que por fin me animé a leerla.
¡Y menudo chasco!
A duras penas y con mucha voluntad he llegado hasta la página 118 pero aquí me he plantado.
La historia, en teoría, tenía tirón: una mujer que presencia el asesinato de su marido y cree que su hija ha muerto en el ataque aunque no encuentra su cuerpo. Desesperada emigra a Nueva York donde deja de lado sus escrúpulos para sobrevivir y cuando todo parece mejorar, un familiar le comunica que su hija está viva.
Lillian no duda en dejarlo todo para volver a Rusia en busca de su pequeña Sophie. Deberá atravesar Estados Unidos, Canadá y Alaska.
Una vida difícil, una mujer fuerte, una lucha sin descanso por recuperar a su hija, un viaje lleno de obstáculos... Prometía mucho pero no ha cumplido lo prometido.
Yo sólo he aguantado hasta que conoce la noticia pero no más. El estilo de narración es un lío, aquí nada fluye con naturalidad, los saltos en el tiempo están mal llevados porque no hacían más que confundirme, los personajes están bien perfilados y tienen reacciones muy reales pero no me ha gustado la forma de contar sus actos.
¡Y menudo chasco!
A duras penas y con mucha voluntad he llegado hasta la página 118 pero aquí me he plantado.
La historia, en teoría, tenía tirón: una mujer que presencia el asesinato de su marido y cree que su hija ha muerto en el ataque aunque no encuentra su cuerpo. Desesperada emigra a Nueva York donde deja de lado sus escrúpulos para sobrevivir y cuando todo parece mejorar, un familiar le comunica que su hija está viva.
Lillian no duda en dejarlo todo para volver a Rusia en busca de su pequeña Sophie. Deberá atravesar Estados Unidos, Canadá y Alaska.
Una vida difícil, una mujer fuerte, una lucha sin descanso por recuperar a su hija, un viaje lleno de obstáculos... Prometía mucho pero no ha cumplido lo prometido.
Yo sólo he aguantado hasta que conoce la noticia pero no más. El estilo de narración es un lío, aquí nada fluye con naturalidad, los saltos en el tiempo están mal llevados porque no hacían más que confundirme, los personajes están bien perfilados y tienen reacciones muy reales pero no me ha gustado la forma de contar sus actos.