jueves, 8 de agosto de 2013

"La locura de lord Ian Mackenzie" de Jennifer Ashley











Serie Highland pleasures, número 1




Sinopsis:

1881. Los cuatro hermanos Mackenzie son ricos, poderosos, peligrosos, excéntricos y… escoceses. Los escándalos y rumores que les envuelven, las habladurías sobre sus amantes y sus oscuros apetitos, tienen alborotado a todo el país. Cualquier dama sabe que si es vista con uno ellos perderá la reputación de inmediato.

El menor, lord Ian, es conocido como el Loco Mackenzie porque ha pasado gran parte de su vida recluido por su tiránico padre en un sanatorio mental. Sin embargo, eso no impide que sea un hombre fuerte y atractivo con una gran inclinación por las tazas de porcelana de la dinastía Ming y las mujeres hermosas.

Beth Ackerley es una joven viuda que acaba de heredar una gran fortuna tras una infancia desafortunada y un breve, pero feliz, matrimonio. Ahora, Beth ha decidido que no quiere más sobresaltos; sólo desea vivir en paz, viajar, ayudar a los desfavorecidos y recordar con cariño a su fallecido esposo.

Pero entonces, lord Ian Mackenzie irrumpe como un vendaval en su vida y decide que tiene que ser suya… 


Opinión

Una hermosa historia de amor, dos personas destinadas a estar juntas.

Me costó un poco entrar en la novela. Aunque no tenga nada que ver con la historia del libro voy a explicar por qué: por Sheldon Cooper de la serie “The Big Bang Theory”. El único personaje con Síndrome de Asperger que conozco es Sheldon, quien como todo el mundo sabe “no está loco porque madre le hizo pruebas” y, además, incita poco a la lujuria.

Al principio, no podía dejar de comparar los comportamientos de los dos personajes. Es una estupidez, lo sé, pero se me iba la neurona. La tontería se me fue porque la autora ha logrado crear un protagonista maravilloso e incomparable, que ha sabido captar mi atención plenamente, borrando de un plumazo cualquier asociación que me venía a la mente.


La familia Mackenzie está formada por cuatro hermanos: Hart, Mac, Cameron, e Ian. Son de procedencia escocesa y tienen mala fama en Londres. Son muy apasionados, sinceros, no cumplen con las estrictas normas de comportamiento de la alta sociedad, siempre se enamoran de mujeres difíciles y tienen reputación de destruir todo lo que tocan.

Ian Mackenzie, de 27 años, es el hermano pequeño del poderoso duque de Kilmorgan. Desde pequeño tuvo un comportamiento extraño por lo que su padre lo internó en un sanatorio. A la muerte de éste, su hermano mayor lo sacó de allí y lo protegió contra todo. Ian tiene una gran inteligencia, sincero, tiene una gran memoria para los detalles, no le gusta que le toquen, no sabe dar bromas, no soporta las multitudes, no sabe mentir aunque se apaña muy bien para evitar decir la verdad cuando a él no le interesa.

No le gusta hablar de su internamiento, aunque sabremos de los terribles tratamientos a los que sometían a la personas que eran diferentes, como por ejemplo a los homosexuales. La autora aquí ha tenido mucho tacto porque no se recrea en estos detalles macabros sino que nos lo cuenta con mucha delicadeza pero recalcando su gravedad.

Ian siente obsesión por las tazas de porcelana china de la dinastía Ming. En una de sus compras conoce la existencia de Beth Ackerley.

Beth, de 25 años, es una joven viuda que acaba de recibir una jugosa herencia. Está comprometida con lord Lyndon Mather, un maestro de la doble vida... hasta que Ian se cruza en su camino.

Ella es una mujer fuerte, de familia muy humilde, que siempre ha vivido en contacto con los menos favorecidos. No se rinde o se asusta fácilmente.

Entre ambos surgirá una relación especial, deberán aceptarse con sus defectos y sus diferencias, ir poniendo nombre a sus sentimientos.

La relación entre ellos se verá oscurecida con un triste suceso de su pasado. Hace unos años una prostituta fue acuchillada y los principales sospechosos están entre la familia Mackenzie. Un detective de Scotland Yard sigue los pasos de los hermanos, hostigándolos, debatiéndose entre la sed de justicia y la sed de venganza.

Beth será capaz de ver lo que ocurrió aquella fatídica noche y que todos tratan de esconder, negándose a decir la verdad por el mismo motivo: miedo.


El epílogo no me gustó nada. Todo muy feliz y muy bonito pero aquí el personaje de Ian perdió su esencia, parecía alguien totalmente distinto, yo fui incapaz de reconocerlo en sus palabras y en su actitud.

Jennifer Ashley aprovecha el libro para presentarnos a los cuatro hermanos, a un sobrino, Daniel, y al inspector Fellows. Todos tienen un papel destacado y seguiremos disfrutando de ellos en futuras entregas. A mí el único que ha despertado mi curiosidad es Hart, duque de Kilmorgan pero ya veré por dónde continuo.


En resumen, una historia que cautiva y hace pensar. La autora ha sido capaz de crear un personaje difícil, lleno de defectos y, además, convertirlo en un un encanto que despierta suspiros.





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